jueves, 29 de octubre de 2015

El florecimiento!!

En estos días post- vuelta al trabajo me ha pasado algo que no veía venir... había escuchado eso de que los niños una vez que sus madres vuelven al trabajo, éstos demandan más atención de la madre una vez que regresan a casa. O que vuelven a despertar en la noche para tomar el pecho en demanda de las horas que estuvieron separados de sus mamá en el día. Esto me ha sucedido con mi hijo, yo como ya lo había leído, estaba mentalizada a ser más demandada por parte de mi cachorro.
Mi hijo es fantástico, me acordé de un capítulo del "Bésame mucho" de Carlos Gonzalez, donde menciona las características geniales de nuestros hijos, de lo buena persona que son, desinteresados, generosos etc. Y así lo he comprobado, mi hijo lloró solo un día en la sala cuna, se resfrió y aún así nos ofrecía una sonrisa hermosa y hacía su mejor esfuerzo por mantener el ánimo. trata de comerse toda la comida sin hacer nada de escándalo, pareciera que sabe cuando estoy post- turno y duerme conmigo siestas de 2 horas en esos días, mi hijo es tremendamente generoso y considerado, y con mi esposo se lo decimos todos los días.
Creo que mi hijo es el único capaz de amarme de forma total y absolutamente incondicional. Aún en mis peores días del inicio de nuestra aventura el me amó, sin importar las ojeras, "la cara de poto", la cara deslavada, él me mira como si yo fuera la mujer más bella que pisa la faz de la tierra y abre una boca grande y me besa con pasión desmedida, eso es amor, y yo me quedo corta tratando de devolverle todo lo que me da.
Lo que me pasa ahora, es que después de casi 7 meses de compartir con mi hijo, ahora me siento enamorada, hasta las patas, sin remedio alguno. 
Cuando nació Pedro yo tenía ciertas expectativas, pensé que todo sería felicidad máxima y absoluta. Me imaginaba con el niño en brazos y yo de pelo alisado y maquillada recibiendo a las visitas siempre digna con mi niño en brazos, soñaba con las bienvenidas y los asados.
Pero uno sueña muchas cosas y uno no sabe como será la realidad. Aún cuando estaba muy feliz de tener por fin a mi hijo con nosotros, mi reacción al principio fue muy distinta a la que imaginé. Le contaba a una buena amiga que si hubiese podido cavar una madriguera para estar con mi hijo y esposo, lo habría hecho. Sentí una necesidad muy grande de intimidad, de refugio, de penumbra. Deseaba estar sola con mi pareja y mi hijo y empaparme de todas estas sensaciones nuevas. No sentía la necesidad de ninguna compañía en especial, ya no quería los asados, ni alisarme el pelo, ni recibir gente, me sentía sumergida en esta dimensión nueva y no quería ninguna distracción. Este periodo fue súper complejo porque no fui comprendida, se confundió mi necesidad de conectarme conmigo misma con egoísmo y creo que aún me duele eso. Nunca pensé que este viaje comenzaría cuesta arriba. Me sentía muy cansada, pero no me sentía cansada de mi hijo, sino de esa impotencia de no conocer aún sus necesidades, y uno piensa "cómo si salió de mi, no voy a poder saber que le pasa o que quiere". 
Gracias a Dios el tiempo pasa y no en vano y con mi hijo nos conocemos mejor, yo me siento más cansada que nunca ahora que volví a los turnos, pero mi cuerpo ya se acostumbro a las pocas horas de sueño y ahora las "cara de poto" aparecen menos que antes. Después de esa fase de introspección, donde logré conectarme con la mamá en latencia que tenía dentro de mi y donde logré perdonar las heridas de la infancia y  quedar en paz con mi pasado para poder enfrentar el futuro, viene esta fase de florecimiento, donde por fin logro  disfrutar plenamente de la maternidad. Mi hijo es extraordinario, despierta en la noche casi más que antes, pero parece que sabe que nos necesitamos, hoy pensaba que es él quien me acurruca a mi, me hace ver que todo estará bien, que él entiende mi ausencia en estos días y sabe que cuando vuelve a casa yo hago mi mejor esfuerzo por compensar el tiempo perdido.
Estoy totalmente enamorada, veo sus ojos y simplemente no hay palabras que puedan describir la intensidad del amor que siento por  mi hijo, y me sorprendo porque no pensé que cabía tanto amor en mi. Le doy las gracias a  mi esposo que con el tiempo ha logrado sintonizarse  conmigo y ahora hemos pasado este periodo de adaptación a la vuelta al trabajo sin grandes sobresaltos. Siento que esta nueva etapa ha sido mucho más gratificante de lo que pensé. Me siento contenta de por fin sentirme a gusto con mi papel de  mamá, tengo menos culpa, menos incertidumbre, más confianza, más satisfacción.
Gracias  a mi hijo por ser mi mejor lección de vida, has logrado por fin empezar a sacar lo mejor de mi. Una amiga me advirtió que este viaje sería difícil, pero que al final me encontraría con  una persona nueva. Estoy recién empezando y me encuentro ansiosa y dispuesta a recorrer el camino con los hombres de mi vida.
Con mi hijo nació una mujer distinta, más compasiva, reflexiva, un poquiiiiito más calmada y relajada (aún me tira lo capricornio), menos perfeccionista, más entregada a la incertidumbre de la vida misma, sólo a aferrada al amor de mi familia, lo demás son puros flecos....
Obra de Nicoletta Tomas Caravia, obteindo de la web

2 comentarios: