viernes, 4 de septiembre de 2020

El reencuentro

 No he escrito nada en más de un año. Pareciera que fuera mucho más tiempo. Han pasado muchas cosas y siguen pasando muchas cosas.

Entré en un conflicto con la maternidad hace un tiempo. No era nada terrible, no era que no quisiera más ser madre o que odiara a mis hijos ni nada por el estilo. Simplemente esto de la maternidad estaba ocupando mucho espacio en mi mente y en el cuerpo. 

Tener este blog y un perfil de instagram dedicado a la maternidad empezaba a no cuadrar conmigo. Soy madre, me gusta estudiar y estar consciente de la crianza respetuosa, soy fan de la lactancia materna, tanto que estudié harto más de la cuenta y me volví consejera de lactancia. Incluso alcancé a exponer en unas jornadas de lactancia materna, lo cual fue una experiencia maravillosa.

Tuve otro hijo en este camino de ser Mamá en Rodaje, más pronto de lo que pensé y con un embarazo absolutamente distinto al primero, tan distinto que asustaba.

Cuando esperaba a Pedro era un niño muy deseado que nació con un poco de ayuda de la ciencia y el camino emocional fue bien complejo para nosotros como pareja. Mi absoluta intolerancia a la frustración hizo que todo fuera un poco agotador. Tuve diagnóstico de placenta previa lo cual hizo que todo lo que hacía lo hacía con miedo y precaución. Aprendí mucho de este período. Un ejercicio a la paciencia, y a eso de dejar que las cosas fluyan y esperar lo mejor, empezar a despojarse del control. Porque cuando te vuelves madre descubres que en realidad no puedes controlar nada!, cuando parte de tu corazón late en el pecho de tus hijos, es conocer el amor máximo y al mismo tiempo entender que no son tuyos del todo. Es una gran prueba.

El embarazo de Andrés fue planificado, pero aún así llegó mucho antes de lo que esperábamos y estuvimos en shock por algunos días. Ésta vez no hubo ayuda de la medicina, esta vez fue un embarazo absolutamente normal. Aquí creo que empezó un proceso de liberación que fue apareciendo de a poco, disfrute tanto este embarazo, más libre, despreocupada, dejando fluir, sintiéndome hermosa como nunca, caliente como nunca jaja, y creo que empecé a abrazar en serio mi naturaleza femenina, no sólo la belleza intrínseca que tenemos, sino que también la fuerza. Comencé a cuestionar muchas cosas, de a poquito, sin apuro, haciendo reflexiones sobre lo que yo tenía estandarizado en mi cabeza. Creo que con la llegada de Andrés a mi vientre comenzó un hermoso camino de transformación.

No quiero decir que me convertí en en gurú o que llegue al Nirvana de algo, creo que estoy bien lejos de eso, pero he logrado entender algunas cosas, desprenderme de otras y así lograr sentirme mejor en mi propia piel.

Entonces ser sólo madre ya no calza conmigo, dejé de escribir sobre cosas de maternidad porque no me sentía identificada con la mitad de lo que podría escribir. Y no porque me desagrade ahora ser madre, eso ni pensarlo, la maternidad es la responsable de todos los cambios positivos de mi vida, y ha sido sin duda el viaje más hermoso que con Eduardo hemos tenido que emprender.

El tema es que después de esa entrega absoluta, los hijos se hacen un poquito más grandes y uno va acordándose de una misma, y empiezas a ver la lista de pendientes que tenemos con nuestra persona. Acá viene la parte donde uno logra recordar que antes de ser mamá, tenias otras facetas e inquietudes también, y que tenías muchas cosas que hacer y que no hiciste, y recuerdas que eras una persona tan diferente antes de ser mamá. Y te empiezas a preguntar si aprendiste algo de todo esto. 

Estoy en una etapa de autoconocimiento intenso, cuestionándome mis objetivos en la vida,  mi trabajo, como vivo mi sexualidad, el matrimonio y las relaciones de pareja en general, mis creencias, mi espiritualidad, las amistades, que es lo que quiero llevar conmigo en el recorrido y qué cosas son las que quiero definitivamente dejar atrás.

Ha sido un viaje muy bonito, pero que para que sea así de bonito, ha tenido sus partes oscuras, y eso me tiene ahora en casa tratando de ordenar mi mente un poco, porque siento que tendré que tomar decisiones en un futuro que hoy se torna más incierto que nunca en tiempos de pandemia, donde lo único seguro que tengo es el amor de mi esposo, mi familia, y de mis amigas. Cada día siento que el privilegio más grande que puedo tener es el estar justo despertando en este momento crucial, que puedo estar consciente de lo que pasa en mi mente y mi cuerpo y que tengo la lucidez de reconocer, absorber y aprender. 

Ahora, para alcanzar este punto donde tengo el privilegio de mirar las cosas desde una perspectiva más amplia, he necesitado ayuda y acompañamiento. Este cambio que con las semanas se hace más notorio en mi vida no sería posible sin el apoyo de mi esposo que ha vencido sus propios miedos también para transitar junto a mi este camino que significa hacer familia, fortalecer un matrimonio, con nuestras reglas, con nuestras visiones, finalmente entendiendo que no hay fórmulas mágicas excepto mirarnos nosotros mismos muy adentro para poder mirar al otro y realmente conocer quienes somos en lo personal y como pareja. 

Ha sido bien bonito el camino del reencuentro con la mujer. No la misma de antes, la verdad no me interesa volver a ser la misma que era antes. Prefiero esta versión. más relajada, más dispuesta a ver un poquito más allá, la que quiere cultivar lo realmente importante. 

No escribía hace mucho tiempo porque ahora después de 5 años y más de maternidad, veo las cosas muy diferentes y no sabía si a alguien más le interesaría este viaje.Sin embargo, creo que esta parte de la historia, donde comienza el reencuentro, es igual de enriquecedora que el momento en que nos convertimos en madres. Pensaba que desde que fui mamá me conecté con mi loba interna y de apoco nos hemos ido conociendo, oliendo, de a poco nos vamos acercando hasta que algún día nos hagamos una. Por ahora voy reconociendo las huellas que lo salvaje me ha dejado en el camino y pucha que estoy disfrutando el viaje.

Quiero saber si no soy la única que transita en este camino de nacer......otra vez......


¿cómo han vivido el viaje después de nacer sus hijos?, ¿ sienten que han aprendido más de ustedes después de ser madres?..


Ilustración: Gina Lima, Wolf Alice (para Angela Carter), 2011.