martes, 12 de enero de 2016

La mamá Ñoña

Siempre he sido ñoña, desde chica. Me gustaba tener buenas notas, me gustaba todo estructurado, me gustaba pisar suelo seguro, nunca fue necesario que me revisaran un cuaderno, yo sola estudiaba y me preparaba para mis pruebas. Eso continuo en mi vida hasta grande, y aunque algunas personas lo vean como algo tal vez malo, a mi el ser así me ha traído buenos resultados.
Por que el ser responsable o ñoña me permitió llegar a ser quien soy, lo que tengo no lo tengo por suerte, lo tengo porque supe aprovechar las oportunidades que me dio la vida, no me han regalado nada, lo poco que tengo lo obtuve con esfuerzo.
Y además de ñoña, soy capricornio (al hueso), y por lo tanto para mi los caminos a seguir son muy importantes. No hago nada en la vida sin estar segura de poder llegar (o al menos luchar) hasta el final con mis proyectos, eso va desde cosas tan simples como hacer un curso y arreglar la casa. O cosas tan importantes como casarme o tener un hijo. Una vez que no hay duda en mi corazón, es el momento de lanzarse.
Llega esta edad donde de repente empiezas a enfrentarte a cosas con las que nunca pensaste lidiar. Y empiezas a aprender un par de cositas en el camino.
Tener un hijo te eleva a un nivel donde nada importa más que el bienestar de tu hijo. Repito, nada!, pero al mismo tiempo comprendes que para que tu hijo este bien, TÚ necesitas estar bien. Es complicado darse cuenta de eso al principio, porque la maternidad tiene esos episodios, donde piensas que tu eres la culpable de todo. No se como hacerlo, no sirvo para esto, tal vez ser madre no era lo mio, tal vez descuidé la relación, tal debería depilarme más seguido, es que ya no estoy tan linda, es que estoy tan cansada....
Pero después me doy cuenta de que no debo sentir culpa de nada. Las cosas que ahora enfrento me sacan de mi zona segura y me muestran lo mucho que he crecido. Soy más fuerte de lo que creo, no temo si un día tengo que asumir una realidad distinta a la que tengo ahora. Porque ser mamá te demuestra lo resolutiva, valiente, sacrificada y responsable que puedes ser.
Uno va comprendiendo que la felicidad propia no pasa por otras personas, sino por uno mismo. Que la gente puede ir y venir y tú seguirás siendo tú.
Yo ya soy. No hay más, esto es lo que hay. No vendo ninguna pomada. No tengo ánimos de hacerme la linda con nadie. No estoy en edad de llenar las expectativas, hice eso por muchos años. Siempre me preocupe de cumplir con lo esperado. Yo no soy comparable con nadie.
Suena egoísta?. Sí, pero defiendo mi derecho a sentir, a sincerarme, a abrirme de la manera que yo quiera, a conocerme de nuevo, aunque sea políticamente incorrecta, aunque ya no suene tan dulce. Ya cedí todo lo que pude en esta vida, hoy necesito florecer.
 Insisto que con mi hijo nacimos juntos. Al mismo tiempo nos enfrentamos a este universo que de repente se siente tan incómodo, donde al principio ninguno de los dos encajaba, por eso Pedro y yo nos fusionamos, nos coludimos, para poder cuidarnos los dos de este mundo nuevo que va naciendo día a día ante nuestros ojos. El amor, el amor nos hizo avanzar y crecer; a él en peso y talla, a mi en experiencia y en confianza. 
Antes necesitaba desesperadamente volver a ser la misma de antes. Pero eso es imposible, no soy la misma, mi esencia sigue intacta, pero existen necesidades distintas y prioridades distintas, ya no siento culpa de "ser tan mamá", porque eso es lo que soy, soy la mamá de Pedro y como soy ñoña, trataré de hacerlo lo mejor posible!!
Imagen obtenida de la web
Blog: Descubriendo la Maternidad

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